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Recientemente se celebró la Gran Asamblea Nacional de los Pueblos Indígenas – GANPI, en la que estuvieron presentes las delegaciones de las doce regionales que conforman la CIDOB. Muchos asistentes acudieron a este espacio con la esperanza de recuperar la unidad del movimiento indígena en torno a la defensa de sus derechos y territorios.

A diferencia de las asambleas pasadas, en la que los debates giraban alrededor de una agenda orgánica reivindicativa, ahora no se abordaron temas centrales como las crecientes amenazas a los territorios, la aprobación de normas y políticas que vulneran los derechos colectivos, la liquidación del Fondo Indígena, el lento avance de los procesos autonómicos, la injerencia, división y perdida de independencia orgánica, entre otros temas fundamentales que requerían un posicionamiento por parte de la máxima representación del movimiento indígena. Todos los temas quedaron en segundo orden, ante la sospechosa urgencia de contar con una representación nacional, que al parecer ya no necesita ni mandatos de sus representados, ni agenda propia.

Frente a ése escenario, la CPEMB –regional que representa a los pueblos mojeños del departamento de Beni- solicitó de manera formal a la GANPI que se aborde la problemática del TIPNIS y la defensa de los territorios indígenas, petición que no fue atendida por la mesa de Presídium. Esta negativa a los debates, esta ausencia de posicionamiento orgánico sobre temas estratégicos, expresan la profunda crisis en la que se encuentra el movimiento indígena, que ha perdido la oportunidad que brinda la GANPI de encarar una reflexión profunda y sincera que le permita sacudirse de las prácticas de la politiquería tradicional, retomar sus planteamientos históricos y recuperar su autonomía orgánica frente a la intromisión política partidaria.

Luego de finalizada la Asamblea, al retornar a sus comunidades, los dirigentes mojeños de la CPEMB brindaron una conferencia de prensa advirtiendo que la nueva dirigencia de la CIDOB no les representa, en tanto la GANPI habría sido manipulada por intereses políticos ajenos al movimiento indígena.

“…hemos sido testigos del manoseo político de la Asamblea,… por ello, orgánicamente no nos representa el señor Pedro Vare….Nosotros somos orgánicos y obedecemos lo que nuestras bases nos manden…” (Maribel Daza, dirigente de la CPEMB)

La Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni – CPEMB, fundada el año 2002, aglutina a las subcentrales y cabildos indigenales mojeños que encabezaron las marchas indígenas más emblemáticas, como la primera marcha indígena de 1990 por el “Territorio y la Dignidad” y la Octava y Novena marcha indígena de 2011 y 2012, respectivamente, por la defensa del TIPNIS.

El no haber admitido abordar el caso del TIPNIS como otros, constituye contrasentidos que demuestran un agotamiento del diseño institucional del movimiento indígena, que para regionales como la CPEMB, para pueblos y/o territorios que se encuentran amenazados sea por mega proyectos, carreteras, actividades extractivas o avasallamiento de sus territorios, la CIDOB ya no representa ese respaldo que necesitan en la defensa de sus derechos. Por el contrario, este vacío de mandatos y decisiones, le permite a esta cúpula de dirigentes actuar a nombre de todo el movimiento indígena con absoluta discrecionalidad como se evidencio en las declaraciones públicas que emitió el flamante presidente de CIDOB -a solo minutos de haber sido elegido- sobre su respaldo a la Ley de Protección, Desarrollo Integral y Sustentable del TIPNIS, que quita la intangibilidad al TIPNIS.

Esta postura tan ligeramente asumida, de apoyo a la construcción de la carretera por el núcleo del TIPNIS -con las consecuencias y efectos sobre los pueblos indígenas, la biodiversidad y el medio ambiente ampliamente conocidos-, no obedeció a una consulta previamente realizada a las comunidades del TIPNIS, ni siquiera a su dirigencia -como lo establecen su normas y procedimientos propios-, para emitir esa posición ante los medios, lo que nos ilustra, la forma en la que se tomaran las decisiones sobre el destino de los pueblos indígenas y sus territorios. Prácticas alejadas y contrapuestas a las lógicas deliberativas y de consenso practicadas en todos los pueblos indígenas.

Al respecto, en las comunidades indígenas mojeñas -que mayoritariamente ocupan los territorios del TIM 1, TIMI y TIPNIS- el Cabildo Indigenal es la máxima autoridad que organiza la vida social, política, productiva y espiritual de la comunidad, las decisiones son asumidas una vez que los miembros de la comunidad han llegado a consensos o se ha reestablecido la armonía. La duración del mandato generalmente es de un año cambiándose o ratificándose las autoridades en la fiesta patronal de la comunidad, donde el acto central lo constituye la ceremonia del maripeo, que es un espacio que expresa la concepción del poder en el mundo mojeño. Esta ceremonia consiste en la entrega del cántaro de chicha y el maripi a la nueva autoridad; ésta toma el maripi y empieza a servir la chica con el maripi a cada persona de la comunidad, lo que expresa que desde ese momento su función no será otra que servir a toda la comunidad.

Esta concepción de autoridad y de toma de decisiones practicada por los pueblos mojeños, enuncia la necesidad de recuperación del tiempo y espacio sagrado, cuya convicción es la negación al poder absoluto, el poder se redistribuye, las prácticas de redistribución y reciprocidad se constituyen en reguladores del comportamiento político y económico de los mojeños, interpelando la lógica de la democracia occidental de construcción de hegemonías y de la toma de decisiones en base a la imposición de supuestas mayorías y no así, aquella –la de los pueblos indígenas- de consensos dirigidos a restaurar la armonía, cuyos principios y valores debieran regir -bajo sus propias características- a todas las instancias orgánicas de los pueblos indígenas, desde las asambleas comunales hasta la GANPI.

Por tanto, la experiencia vivida en la reciente asamblea nacional deja un sabor de vacío, donde la narrativa reivindicativa de defensa de derechos y de los territorios, de planteamientos pluralista-comunitarios, solo quedaron en el plano discursivo, como cascara folclórica que encubre un propósito restaurador del viejo Estado mono-cultural. Por ello, es fundamental recuperar las prácticas comunitarias como el maripeo de los mojeños que permita reencontrar el horizonte de los pueblos indígenas y con él, el sentido y razón de ser de la GANPI y de la CIDOB.

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