Para consolidar su territorio, el pueblo movima controla las demarcaciones cerca al río Yacuma

El pueblo indígena movima conoce la delimitación de su territorio en el papel, pero quiere ver esas fronteras en el terreno. Con ese objetivo, la dirigencia de la Subcentral del Pueblo Indígena Movima junto a comunarias y comunarios caminaron durante tres días para inspeccionar diez de los 81 mojones que demarcan su territorio frente a las grandes propiedades privadas que lo rodean a lo largo del río Yacuma en el departamento del Beni.
“El Territorio Indígena Movima tiene un título (de propiedad), pero no se conoce la delimitación en campo”, dice Victoria Aguilera, de la Unidad de Investigación e Incidencia del CEJIS, quien acompañó, del 7 al 10 de mayo, el reconocimiento de los puntos geográficos. La actividad se desarrolló en el marco del proyecto “Consolidación de la tenencia territorial en las Tierras Bajas de Bolivia”, que está ejecutado por la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB), la Subcentral del Pueblo Indígena Movima (SPIM) y la Subcentral de Mujeres Indígenas Movima.
Los movimas viven principalmente en el margen oeste del río Yacuma, al sur de la provincia del mismo nombre. Y en gran parte de esta ribera su territorio es apenas del ancho de 50 metros desde el centro del río hasta tierra firme. Ahí, en las orillas de ríos, lagunas, curichis y en pequeñas islas que se forman en zonas altas están asentadas las comunidades.
“Ahí hemos sido arrinconados”, dice el presidente de la SPIM, el profesor Miguel Rea, que se refiere a las grandes propiedades privadas y tierras fiscales que rodean al territorio.
En la actualidad, el territorio tiene una extensión de 66.965 hectáreas, sumando el Territorio Movima I y Movima II. La extensión titulada en Movima I representa el 12,3% de la demandada por la población. Al haber quedado titulado un espacio fragmentado y en retazos, las comunidades plantearon otra demanda por Movima II que fue reconocida apenas en un 5%.
El replanteo
“Son 81 puntos en los cuales se tiene que hacer la verificación o replanteo, y este es el primer ingreso con 10 puntos”, dice Aguilera. El CEJIS acompañó a inspeccionar las coordenadas con una delegación formada también por el presidente de SPIM, Miguel Rea, los representantes de las comunidades La Finca y San Carlos, dos técnicos del INRA y representantes de una de las propiedades privadas.
Este primer replanteo comenzó con la verificación de las colindancias con las fincas San Miguel y Montecarlo.
“Nunca habíamos hecho esta actividad de conocer los mojones o vértices porque esto se crea en gabinete”, dijo el presidente de la SPIM, el profesor Miguel Rea.
Los representantes movima quedaron inquietos después de esta incursión. Miguel Rea comenta que en algunos vértices “se nos achicó el territorio, se nos ha mermado el territorio”.

“Cuando estábamos en saneamiento, hicimos una conciliación en el año 2006 para que se titule a nuestro favor 100 metros (paralelo al río) descartando el área de servidumbre. Ahora vemos que en una parte nos quedamos solo con 50 metros y, en otra parte, (el territorio) desaparece. El área de servidumbre no es de nadie, le corresponde al Estado”, dice Rea.
La imagen satelital muestra una delgada línea serpenteante y ceñida al río como parte del territorio. La servidumbre ecológica es una zona con los derechos de uso y aprovechamiento limitados con el objetivo de conservar y garantizar la sostenibilidad de los recursos naturales en ese lugar, dice el reglamento de la Ley Forestal. Esta misma norma establece una servidumbre ecológica de 100 metros para los ríos principales y de 50 metros para los ríos secundarios, como el río Yacuma.
El director ejecutivo del CEJIS, Miguel Vargas Delgado, explica que la situación que atraviesa el pueblo indígena movima es de alta vulnerabilidad por la carencia de territorio para su reproducción material (disponibilidad de espacio vital) y la imposibilidad de acceder a servicios.
“La forma en la que las comunidades indígenas movimas lograron consolidar sus tierras en pequeños archipiélagos desarticulados del centro de poder local, de su organización política orgánica y con dificultades para pensar la gestión desde una visión integral y propia, incide de manera drástica en su perspectiva de pervivencia”, dice Vargas Delgado.